jueves, 28 de marzo de 2013

Pipas Falcon


La década del 30 veía como cambiaban la vida diaria los avances tecnológicos. La fotocopiadora, el teflón, las latas de cerveza, los ojos de gato o deflectores y el aire acondicionado, son sólo algunos de los inventos que modificaban el paisaje cotidiano. Este último, el aire acondicionado, está emparentada con nuestra heroína, la pipa Falcon.

En 1936 el ingeniero Kenly Bugg creaba una pipa con boquilla de aluminio y cazoletas de brezo intercambiables. Por su rapidez para dispersar el calor, el aluminio fue el material ideal para estas nuevas boquillas; que imitaban el principio natural por el cual las gotas de lluvia caen de las nubes al chocar con aire fresco. El fondo de la cazoleta de brezo es hueco y se apoya sobre el aluminio, y de esta forma captura la humedad actuando como un condensador.



“Light as a Feather, Cool as a Breeze and Clean as a Whistle”
Liviana como una pluma, fresca como una brisa y limpia como un silbido

De esta forma se anunciaba la nueva criatura y al cabo de algunos años ya había revolucionado el mercado de las pipas. La década del 40 trajo tiempos difíciles dada la escasez de aluminio para fabricarlas, el cual se destinaba al armamento para la segunda guerra mundial. Pero ya en el 50 se había restablecido completamente su producción, llegando a la increíble cifra de 6 millones de pipas vendidas en 1954 (sólo en los Estados Unidos). Dado lo conservador del mercado inglés, había escepticismo sobre su posible éxito en Gran Bretaña; pero su éxito fue arrollador obligando incluso a establecer una fábrica en Londres.

Como sucedió con las pipas en general, el paso del tiempo hizo que bajara notoriamente la cantidad producida; pero de todos modos ya estaba instalada entre los pipafumadores de todo el mundo. Son muy pocos los que la utilizan en exclusiva, pero la mayoría tenemos alguna para incluirla en nuestra rotación.



Entre sus ventajas se encuentra su alta durabilidad, resistencia, facilidad para limpiarlas y la posibilidad de intercambiar las cazoletas.

Ofrecen una fumada distinta a las clásicas de brezo y ya por eso merecen una oportunidad.

Buenos humos,
Bato