martes, 20 de septiembre de 2011

La realeza de incógnito.


Una mañana fría y soleada paseaba con mi novia (hoy mi amada esposa), por la feria de Tristán Narvaja. Una feria o mercado de pulgas donde se encuentran libros, antigüedades, herramientas y todos esos artículos que no tenemos idea de quien les podrá dar alguna utilidad.

Hacía poco había vuelto a mi hobby pipero después de esos primeros coqueteos a los quince años. A los dieciocho había perdido una hermosa pipa GBD que había pertenecido a mi abuelo (de forma inenarrable obviamente), lo que dejaba claro que aún no estaba preparado para el noble arte. Luego de mi "vuelta" me había hecho de una pequeña Dr. Plumb muy bonita y una Butz Choquin Oom Paul las cuales siguen estando entre mis preferidas.

Pero el idilio había comenzado, por lo que la avidez por conseguir nuevas compañeras de brezo iba en aumento. Así que yo recorría la feria observando todo lo que ofrecían pero básicamente buscando una sola cosa; de más está decir que en esa situación y con poco dinero no tenía demasiadas pretensiones. Así que cuando ví en el piso, sobre una frazada, una billiard de tamaño respetable en seguida la levanté. Estaba muy descuidada, con la boquilla verdosa y el brezo muy sucio que incluso tapaban la marca y el origen de la misma. Pese a mi poco conocimiento me pareció que estaba bien hecha y que era recuperable. En lo poco que se podía leer parecía figurar la palabra London por lo que valía la pena realizar la pequeña inversión (8 dólares aproximadamente).

Al llegar a casa y comenzar la restauración surgió lo impensable, se trataba de una pipa Dunhill en perfectas condiciones!!! Gracias a la web y los números de patente que trae, pude saber que data de 1948.

El resto es historia, me hice de una lata de Standard Mixture Medium de Dunhill y lo demás fue puro disfrute. Un tabaco aromático de vez en cuando está bien, pero a quemar una mezcla con latakia en un buen trozo de brezo pocas cosas se le comparan.

Hasta la próxima,

Bato